Terapias Extracorpóreas Hemodiálisis Intermitente
Hemodiálisis
(Hemodiálisis intermitente)
En la hemodiálisis, la sangre del paciente se bombea hacia un dializador que contiene 2 compartimentos líquidos configurados como haces de tubos capilares de fibra huecos, o como hojas paralelas y apiladas de membranas semipermeables. En cualquiera de estas configuraciones, la sangre del primer compartimento se bombea por un lado de una membrana semipermeable mientras que una solución de cristaloides (dializado) se bombea del otro lado, en un compartimento separado, en dirección contraria.
Los gradientes de concentración de solutos entre la sangre y el dializado producen los cambios deseados en los solutos séricos del paciente, como la reducción del nitrógeno ureico y la creatinina, el aumento de la concentración de bicarbonato, y el equilibrio del sodio, el cloruro, el potasio y el magnesio. El compartimento de dializado se encuentra bajo presión negativa en relación con el compartimento de la sangre y tiene mayor osmolalidad para evitar la filtración del dializado hacia la circulación del paciente y a fin de eliminar el exceso de líquidos de éste. Luego, la sangre dializada se reintroduce en el paciente.
El paciente suele estar bajo anticoagulación sistémica durante la hemodiálisis para evitar que la sangre coagule dentro de la máquina de diálisis. Sin embargo, el tratamiento puede realizarse también con anticoagulación regional en el circuito de diálisis (con heparina o citrato trisódico) o con un lavado con solución salina, en el cual se limpia el circuito de diálisis con 50 a 100 mL de solución fisiológica cada 15 a 30 minutos, lo que elimina cualquier coágulo.
Los objetivos inmediatos de la hemodiálisis son
-
Corregir los desequilibrios hidroelectrolíticos
-
Eliminar toxinas
Los objetivos a largo plazo en pacientes con insuficiencia renal son
-
Optimizar el estado funcional del paciente, su comodidad y su presión arterial
-
Prevenir complicaciones de la uremia
-
Prolonga la sobrevida
La "dosis" óptima de la hemodiálisis es incierta, pero la mayoría de los pacientes requieren 3 a 5 horas de hemodiálisis 3 veces a la semana. Una forma de evaluar la suficiencia de cada sesión es medir el nitrógeno ureico en sangre antes y después de cada sesión. Una disminución ≥ 65% del nitrógeno ureico en relación con la concentración previa a la diálisis ([valor prediálisis − valor posdiálisis]/valor prediálisis × 100% ≥ 65%) indica que la sesión fue adecuada. Los especialistas pueden usar otras fórmulas, que requieren más cálculos, como Kt/V ≥ 1,2 (donde K es el aclaramiento de urea en el dializador en mL/min, t es el tiempo de diálisis en minutos y V es el volumen de distribución de la urea [que es aproximadamente igual al agua corporal total] en mL). La dosis de hemodiálisis puede incrementarse mediante el aumento del tiempo de diálisis, del flujo de sangre, de la superficie de la membrana o de la porosidad de ésta. Las sesiones de hemodiálisis nocturna (6 a 8 horas, 3 a 6 días por semana) y las sesiones diarias más cortas (1,5 a 2,5 horas), cuando están disponibles, se usan selectivamente para pacientes que tienen alguno de los siguientes:
-
Aumento excesivo de líquidos entre las sesiones de diálisis
-
Hipotensión frecuente durante la diálisis
-
Presión arterial no controlada
-
Hiperfosfatemia difícil de controlar
Estas sesiones diarias son más viables económicamente si los pacientes pueden realizar la hemodiálisis en su casa.
(Tomado de: Manual MSD version para profesionales, L. Aimee Hechanova, MD, Texas Tech University Health Sciences Center, El Paso)